Los Bosques de Laurisilva más importantes de Canarias

Laurisilva 1

En las laderas orientadas al norte, el Bosque termófilo otorga paso a la Laurisilva, un tipo de bosque subtropical caracterizado climatológicamente por una elevada humedad, y una temperatura moderada y muy permanente. Un bosque más complejo que los trámites de hacienda pero que vamos a descubrirlo de una forma dinámica e interesante.

La Laurisilva es una formación boscosa principalmente arbórea, siempreverde, cuya enorme masa de hojas coriáceas y brillantes estimula la condensación de la humedad contenida en las nieblas que todo el tiempo baten la región, produciéndose una lenta, fina y recurrente lluvia local al pie de cada árbol popular con el nombre de lluvia horizontal.

A lo largo de la era Terciaria (hace unos 20 millones de años), esta clase de bosque estuvo muy extendido por toda la cuenca mediterránea, norte de África y sur de Europa, como lo atestiguan los varios fósiles vegetales encontrados en estas zonas. Pero los cambios climáticos sucedidos desde ese momento, glaciaciones y periodos áridos que originaron la barrera de desiertos del norte de África, propiciaron la ausentación de esta vegetación en los continentes, refugiándose en los archipiélagos macaronésicos (Azores, Madeira y Canarias), debido a que la predominación oceánica trabaja como un termostato que regula las propiedades del ambiente, tal es así que las recientes formaciones de Laurisilva canaria no son más que relictos de esos antiquísimos bosques mediterráneos. En los archipiélagos de Madeira y Azores, una climatología más conveniente facilita que ocupen una área potencial más grande y que estén en cotas más bajas, de hecho a cerca del nivel del mar, presentando además una estructura florística diferente a la de Canarias.

A lo largo de el invierno, las Islas Canarias reciben vientos del noroeste, por lo general portadores de lluvia, pero en verano los alisios procedentes del noreste son los vientos dominantes. Los alisios no originan precipitaciones, pero al subir por las laderas el aire húmedo se condensa y se forma una enorme masa nubosa llamada mar de nubes, que perjudica a altitudes comprendidas entre 400 y 1.200 m s.n.m. La insolación se ve de esta forma muy reducida, suavizándose las temperaturas, y la humedad es atrapada por la densa vegetación, que trabaja como una clase de bosque esponja, lo que piensa un aporte de agua que llega a triplicar la precipitación anual y que es escencial para la presencia de la Laurisilva. Este fenómeno, con su aporte plus de humedad, no pasa en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, debido a que su baja altitud impide la acción de los alisios, por lo cual no tienen manifestación alguna de Laurisilva.

De esta forma ya que, la conjunción de clima y relieve establece la organización de la Laurisilva en Canarias, que se corresponde con las ubicaciones orientadas al norte, entre 400-1.200 m de altitud, con temperaturas suaves todo el año (media 12-14º C) y precipitaciones cada un año entre 800 y 1.400 mm. La estación seca queda amortiguada mayormente por la presencia del citado mar de nubes.

Los pisos, gracias a su antigüedad y a los efectos del clima y la vegetación, tienen generalmente un destacable avance, con una enorme hondura y un horizonte superior orgánico bien definido. Las propiedades del ambiente de elevada humedad y temperaturas templadas causan una ligera humificación y mineralización de la materia orgánica (hojas que caen y otros restos vegetales), liberándose abundantes elementos saludables que son de manera rápida atraídos por las raíces.

La Laurisilva tiene una enorme consideración en el período hídrico de las Islas; su aptitud para atrapar y retener la humedad piensa un aporte continuo de agua tanto a las vaguadas y fondos de barrancos como a los acuíferos del subsuelo. De todas formas, tiene la función de evadir la erosión del suelo, fundamentalmente en las laderas más atentos, al accionar las raíces como una clase de malla que retiene el sustrato.
Originariamente, la Laurisilva ocupó una enorme extensión de bosque en las Canarias centrales y occidentales, pero una explotación intensiva de sus elementos desde los primeros tiempos de la Conquista de las Islas (madera, carbón, etc.), que siguió sin interrupción hasta hace unas escasas décadas, ha esquilmado completamente las formaciones puras de este bosque. De su organización original puede decirse que no queda nada en Enorme Canaria, solamente un 10% en Tenerife, está relegada a algunos barrancos y zonas muy concretas del norte de La Palma, encontrándose en La Gomera el bosque de Laurisilva mejor conservado de todo el planeta, dentro del sector en la actualidad definida por el Parque Nacional de Garajonay.

Tabla de Contenido

    Flora

    El bosque de Laurisilva constituye el ecosistema más complejo de cuantos se dan en el archipiélago canario. En su estado más puro está compuesto por unas 18 especies de diferentes árboles considerables, perennifolios, umbrófilos y termófilos, bajo los que se lleva a cabo una cantidad enorme de helechos, musgos, hongos y otros organismos propios de ambientes sombríos. En muchas oportunidades el estrato arbóreo consigue una formación de copas unidas, formando un dosel que solamente deja paso a la luz del sol. Acorde van variando las propiedades del ambiente que necesita este hábitat, el bosque se va abriendo y deja pasar más luz a su interior, con lo que el sotobosque se enriquece y diversifica claramente.

    Las especies arbóreas más representativas de la Laurisilva forman parte a la familia de las lauráceas, como el loro (Laurus novocanariensis), el tilo (Ocotea foetens), el viñátigo (Persea indica) y el barbusano (Apollonias barbujana). Además son recurrentes otras especies de enorme porte, como el acebiño (Ilex canariensis), el naranjero salvaje (Ilex perado, spp. platyphylla), el aderno (Heberdenia excelsa), el delfino (Pleiomeris canariensis), el mocán (Visnea mocanera), la hija (Prunus lusitanica), el sanguino (Rhamnus glandulosa), el palo blanco (Picconia excelsa), el madroño (Arbutus canariensis), el brezo (Erica arborea) y la faya (Morella faya).

    Más allá de su diversidad, todas estas especies muestran analogías morfológicas muy acusadas que argumentan a la amoldación al mismo medio. El papel es perenne, debido a que en ese clima subjetivamente traje y conveniente no posee sentido perderlas a lo largo de una etapa cierta. La área foliar es de tipo lauráceo, coriácea y lustrosa, de manera que el agua escurre por ella de forma sencilla, evitándose el exceso de humedad; al final cae al suelo por el ápice agudo, que trabaja como goteador. Estos mecanismos ponen de manifiesto que la Laurisilva, más allá de la latitud en que está, tiene alguna afinidad con las selvas húmedas tropicales.

    Las especies del estrato arbóreo de la Laurisilva se distribuyen según sus demandas ambientales. Las ubicaciones con más humedad ambiental y edáfica, como los fondos de los barrancos y las vaguadas umbrías, están ocupadas por el tilo y el viñátigo, dominando este último acorde se sube en altitud.

    En las laderas se destaca el laurel o loro, acompañado por el naranjero salvaje, el acebiño, la hija y el sanguino. El acebiño, gracias a su más grande amplitud ecológica, es recurrente además en sitios más libres, conviviendo con el brezo y la faya.

    En zonas donde incrementa el nivel de insolación empiezan a tomar consideración especies más termófilas, como el barbusano, el palo blanco, el aderno y el delfino. El palo blanco es recurrente en sitios con afloramientos rocosos, donde convive con madroños y mocanes.
    En el tronco y las ramas de los árboles, primordialmente en el interior húmedo y umbrío, son recurrentes las plantas epífitas, que viven sobre el árbol utilizándolo solo como sustento, sin ser de ningún modo parásitas, como es la situacion de la estrella dorada (Aichryson laxum), el helecho de Navidad (Polypodium macaronesicum), etc.

    En los espacios más libres y soleados, de esta forma como en los márgenes de caminos y pistas forestales se lleva a cabo una abundante flora de subarbustos y herbáceas, como la cresta de gallo (Isoplexis canariensis), el bicácaro (Canarina canariensis), el follao (Viburnum rigidum), la estrelladera (Gesnouinia arborea), el algaritofe (Cedronella canariensis), la corregüela de monte (Convolvulus canariensis), el mato blanco (Pericallis appendiculata), la reina de monte (Ixanthus viscosus), la chahorra de monte (Sideritis macrostachys), la morgallana (Ranunculus cortusifolius), la pata de gallo (Geranium reuteri), el poleo de monte (Bystropogon canariensis), la hiedra (Hedera canariensis), la gibalbera (Semele androgyna), la zarzaparrilla (Smilax canariensis), etc. El género Euphorbia, habitual de las ubicaciones xerófilas y semixerófilas, tiene una singular representación en la laurisilva: la adelfa de monte (Euphorbia mellifera), una verdadera extravagancia seriamente riesgo de extinción.

    Entre los helechos resaltan especies considerables como la píjara (Woodwardia radicans), el helecho colchonero (Culcita macrocarpa), el helecho peludo (Polystichum setiferum), y los helechos de monte (Dryopteris oligodonta y Diplazium caudatum), etc.

    Los musgos y líquenes, con inmensidad de especies, cubren toda la área de troncos y rocas en los sitios más húmedos, y sólo las caras orientadas a los vientos y nieblas en los más secos. Entre ellos logramos hallar especies como Parmelia parlata, Usnea articulata, Bryoria fuscencens, Frullaria teneriffae, Porella canariensis, Neckera intermedia, Leucodon canariensis, etc.

    Una cantidad enorme de hongos crecen en la Laurisilva canaria, fundamentalmente en los meses de otoño e invierno. La mayoría de ellos se desarrollan en el suelo del bosque, pero otros varios lo hacen de manera directa sobre los troncos de los árboles. Varios de los que se tienen la posibilidad de hallar e detectar de forma sencilla son Fistulina hepatica, Hygrocybe conica, Mycena galericulata, Ganoderma applanatum, Daldinia concentrica, Auricularia auricula-judae, Lepista nuda, Tricholomopsis rutilans, Phellodon niger, Astraeus hygrometricus, y el raro Laurobaxidium lauri, que con su forma de cornamenta de ciervo crece de forma exclusiva sobre los grises troncos de los laureles.

    Fauna

    Los grupos animales mejor representados en estos bosques son las aves, entre los vertebrados, y los insectos y moluscos, entre los invertebrados.

    En los árboles y arbustos del bosque nidifican aves como el mirlo (Turdus merula), el pinzón (Fringilla coelebs), el petirrojo (Erithacus rubecula), el reyezuelo (Regulus regulus) y el mosquitero (Phylloscopus collybita). La chocha perdiz (Scolopax rusticola) edifica su nido excavando pequeñas cavidades en el suelo, y es muy extraña de ver por sus hábitos crepusculares y la especial mimetización de su plumaje. Los predadores más recurrentes son el gavilán (Accipiter nisus) y el búho chico (Asio otus).

    Pero las aves más emblemáticas de la laurisilva son dos pocas y bellísimas palomas: la paloma rabiche (Columba junoniae) y la paloma turqué (Columba bollii), las dos endémicas de las Islas Canarias. Sus hábitos alimenticios son semejantes, consistiendo su dieta primordialmente en drupas y bayas de los árboles, y la puesta radica en un exclusivo huevo.

    La mayoría de las aves de la Laurisilva contribuyen claramente a la propagación del bosque, al alimentarse de los frutos de los árboles: las semillas son indigeribles y van con las heces del ave, probablemente en algún lugar donde la rivalidad por la luz, el agua y los nutrientes sea menor que al pie de la planta madre. Este procedimiento de dispersión de las semillas se denomina ornitocoria.

    En los restos de la hojarasca del suelo son abundantes los escarabajos, fundamentalmente los carábidos, con varias especies endémicas, y moluscos como Craspedopoma costata y Insulvitrina oromii. La mariposa cleopatra (Gonepterix cleoule), habitual de Canarias, está muy relacionada a la Laurisilva, alimentándose sus larvas de los brotes y hojas del sanguino.

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